LLAMAMIENTO a todos los interesados: políticos, administradores y educadores de formación profesional
Desde 1965 ejerzo con éxito la profesión de barbero en mi establecimiento en Amsterdam. Me considero como un "figaro"/barbero contemporáneo y mi salón cumple con una función social.
Mí modo de tratamiento se basa en dar gentileza e individualidad.
Ejerzo mi profesión de la manera más natural. Esto a diferencia del tratamiento de la mayoría de los peluqueros actuales, tipo "fast-food". Se moderniza, se racionaliza y se usa maquinaria complicada. En breve, se olvida la artesanía. Esto implica que se deterioran y se empobrecen los valores sociales y culturales, el resultado es la probeza social y económica.
A consecuencia de eso la distancia entre el cliente y el artesano se aumenta; ya no hay una relación confidencial. Nadie es contento con esta situación. El cliente considera al artesano como un mal necesario y el artesano tiene poca o ninguna gratificación de su trabajo. Contra su voluntad los viejos artesanos han de dejar su trabajo anticipadamente, porque físicamente es duro y económicamente no rinde. De todas maneras, podrán solicitar un subsidio, pero se sentirán marginados e inútiles socialmente y se perderán su experiencia y su conocimiento.
Es por estas circunstancias que los jóvenes (también los de los grupos minoritarios étnicos) tienen poco afán para seguir un curso en el sector artesanal. Además, una parte de estos jóvenes procede de países dónde existe una larga tradición con respecto al ejercimiento de la artesanía. Si no quieren o no pueden seguir "havo" o otro curso, los jóvenes tendrían que ser estimulados para opcionar por una profesión en el sector artesanal.
En la sociedad industrializada las profesiones, como barbero, sastre, dentista y zapatero, tienen futuro.
Artesanía significa posibilidad de trabajo. Para conseguirlo se habrán de crear condiciones favorables en el terreno político, de enseñanza y laboral, de manera que la artesanía vuelva a obtener reconocimiento social, que vuelva a ser atractiva para los jóvenes y que se elimine a aquellos que la ejercen sin diploma o conocimientos aptos (los llamados quasi-artesanos).
Para la profesión de barbero (aunque a mi entender también es aplicable a cualquiera de las profesiones en la Comunidad Europea), pienso en un curso adaptado a los jóvenes - especialmente los de los grupos minoritarios étnicos - con ayuda suplementaria durante todo el trayecto del curso por ancianos maestros expertos, que estan parados o jubilados, y pueden funcionar como mentores.
A través del ejercicio de una profesión, estos jóvenes podrán obtener su lugar en la sociedad, de modo que se sientan dignos socialmente y que no vuelvan a caer en vandalismo o en delincuencia juvenil.
En los cursos ya existentes el énfasis está en la parte teórica. A diferencia de eso, yo creo que la práctica es la mejor manera para adquirir una profesión. A nivel nacional apenas existen artesanos y sería buena idea realizar, por ejemplo en casas de ancianos o en hospitales, locales para la práctica.
En las instituciones de asistencia social existen suficientes posibili-dades para obtener experiencia práctica y para aprender a comunicarse con la gente. Si estas instituciones pusieran a disposición un local, los habitantes (temporales) de ellas podrián dejarse tratar por un barbero-aprendiz con ayuda del experto artesano mayor. Esto dará mucho más que una ventaja. El habitante masculino estará contento, ya que podrá hacer uso de un barbero. Normalmente las habitantes femininas ya disponen de tal local, pero los masculinos tienen más dificultad en eso. Así el hombre mayor podrá relacionarse con sus compañeros, el artesano mayor volverá a encontrarse en medio de la sociedad y podrá traspasar su experiencia artesanal a los jóvenos. Estos aprenderán la profesión de base; aprenderán que un artesano ha de atender siempre con gentileza a sus clientes, y sobre todo aprenderán a escuchar a sus clientes y a ayudarles con sugerimientos e indicaciones.
Todo eso no habrá de costar mucho dinero. Los institutos artesanales pueden dar a los mentores una bonificacíon de sus gastos, para que los artesanos mayores tengan un suplemento atractivo y socialmente aceptable a sus ingresos básicos (securidad social). Incluso los jóvenes podrián recibir una bonificación por obtener experiencia práctica y laboral, lo que podriá estimularles y motivarles.
En resumen:
talento viejo para un talento joven;
menos paro juvenil;
diginidad social para todos los que ejercen la artesaná
P.S. Si usted está ocupado socialmente, pero este llamamiento no tiene relación con sus actividades, le ruego que pase esta carta a la persona o institución indicadas (QUE NO LA TIRE O DEJE DE LADO).
Espero haber aclarado suficientemente mi punto de vista y siempre estoy dispuesto a dar más información. De martes a sábado usted puede dirigirse a mi dirección laboral y los lunes a mi dirección privada.